
Casi ha pasado el sábado.
La verdad es que me temía un sábado un tanto descafeinado, pues no me agradan mucho las reuniones, digamos sociales.
Pero el sábado no podía comenzar mejor, a primerisima hora cuando me estaba preparando para marchar a la graduación de Carlos, llamaron al timbre del portal y la verdad me extraño, mas por la hora, y además porque no esperaba a nadie.
Un mensajero me traía un paquete, extrañisimo, sábado, y bueno... Si tenia pedido libros, pero el jueves mismo recibí sendos mails que me advertían de la imposibilidad de conseguírmelos por estar descatalogados.
Así fue que pedí a la aventura el viernes el dichoso libro a una tienda de cómicas que parecía mucho mas pequeña que las tiendas anteriores.
Bien ya tengo el tomo nº.10 y ultimo de la colección, el cual ya daba por perdido por aquello de que en Internet lo daban por descatalogado en la mayoría de los lugares y donde no, aparecía precios desorbitados.
Ha hecho una mañana desapacible y extrañamente fría para la primavera, si lluviosa, pero fría. Aun así el paseo estaba plagado de tienditas de esas que tanto me gustan, y los tipos que se veían pasar no podía por menos que dar a entender que el Womad ya esta aquí.
Colores, muchos colores y muchos acentos distintos. Es el Womad en fin.
En la comida ahora ya todos los amigos reunidos, Jose Mari me ha traído su ultimo disco, aun calentito. Le he preguntado que por supuesto me lo traía firmado...
Este tío es un genio, sigue poniendo al personal la piel de gallina sentado al piano.
Chopin y F. Listz y un diseño precioso que me ha recordado un poco aquellos discos de portadas psicodelicas de los 70's. En fin muchos músicos rodando por allí, viejos conocidos del conservatorio. ¡Ah...! y ella entre ellos con sus ojos increíbles justo sentada enfrente mio, no he podido dejar de mirar varias veces furtivamente sin conseguir aclararme en el color de nuevo hoy. Yo sigo viéndolos violeta muy claro, Olga dice que grises muy claros azulados, pero yo sigo viéndolos de color violeta y ¡coño! yo pinto y entiendo un poquito de colores. De cualquier forma estaba como siempre preciosa. Como aquella noche en que acompañaba al piano a no se que soprano, que mas da, si parecía mismamente un hada con aquel traje largo de escote tremendo que dejaba sus hombros totalmente al descubierto.
Luego Andy me ha traído de nuevo a la tierra preguntándome que si hacia mucho que no veía a Elvira. -Pues como veinte o treinta años... al menos, ¿pero que que digo?
Si estuvo con el, hace... Bueno a principios de curso después de su regreso de Francia.
Claro con el, no conmigo, ahora trabaja con la competencia, o sea con el.
Ha sido un sábado intenso, de eso no cabe ninguna duda.
Ahora mismo los conciertos deben estar en todo su apogeo en los diferentes escenarios y la ciudad debe ser un hervidero de gente que no se entiende una a otra pero que escuchan la música juntos y lo mas, se miraran y sonreirán como sonreímos los tontos que no entendemos ni jota lo que dice el compañero de turno ante el escenario.
Un lugar en el sol