
He prendido una vela de chocolate y he dejado tan solo una pequeña luz verde que ilumina solamente la parte mas alta del rincon junto a mi derecha. Luego he puesto mi emisora de internet y he dejado que solo vayan cayendo canciones como hojas de un calendario infinito, tranquilas casi silenciosas. Las sombras se mueven al son que le marca el aire a la llama y poco a poco la estancia se va llenando de olor a cacao. Siluetas negras bailan sobre las paredes dandole un aspecto fantasmagorico. Mientras fuera la tormenta arrecia ajena a sentimientos oscuros, llenando todo de colores y asustando a los pajaros que vulven a dormir porque la tarde cae mas pronto que tarde.